Los pasos matutinos
incomparables ante la emoción de ver sus ojos.
Las palabras escritas a través del cristal
acumuladas como caramelos en un frasco.
Las ramas de los árboles ante el viento
balanceándose para un largo abrazo.
Y el fuego...
El fuego vespertino
que plegándose hacia la dulce noche
promete el descanso en un sueño profundo
y lleno de su olor.
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