Las horas pasaron tranquilas entre las hojas de los árboles.
Las miradas se clavaron en las pupilas como luces atravesando la oscuridad.
El alba y el crepúsculo entendieron el lenguaje que creamos a partir de las caricias.
La noche nos cobijaba con su sincero abrazo
hasta que las sábanas se poblaron de sueños.
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