El camino marcó los pasos hacia el ritual que parecía ya olvidado: la estridencia de su música preferida, le acompañó en el recorrido, anclando los oídos al tiempo.
Ojeando entre millones de letras, aparecen ante sí esas palabras que colmaban los sentidos de su recuerdo.
Ah! que buenos eran esos tiempos! – se dijo mientras veía a dos decidiendo sobre un libro.
Ah! que bueno que estuviera aquí! ¡Que bien haberle conocido!
¡Que fortuna que se haya ido!
(Fiesta del Libro)
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