Despertó y volvió a abrir el portafolio con el botín que había conseguido. Luego, se abrió paso hacia el cuarto de baño y se encontró frente a frente con su figura en el tocador. Desconsolada, dijo:
Buenos días parte de mi vida que no quiero dibujar, pretendo dejarte escondida en un resquicio del inconsciente.
Buenos días secreto albergado en el alma, busco la manera de no dejarte salir, quiero perpetuar tu nombre sin medidas ni tiempo.
Buenos días enigma, amuleto de mala suerte ¿vendrás alguna vez a la superficie de mi piel?
Vos, la
corrosión.
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