El decrescendo
de la música anuncia el final de la canción sin tiempo ni pena.
Las burbujas de la fría y amarga transitan el
camino lúgubre y venoso de la sangre.
No hay
por qué llorar!
Todo se ha quedado tan callado y escondido... No despiertes al dragón.
No hay razón para batallar.
Recorre el camino ominoso, tranquilamente atiborrado de
agujas,
agujas de etanol que coserán luego pieles rasgadas.