lunes, 23 de septiembre de 2013

Carne y hueso.

Corta la delgada membrana que divide mi piel en el pecho, permite que la calidez de la sangre se vierta lentamente en lo que quede de mí.

Busca por dentro, observa si algo más que carne y huesos habita, quizá encuentres mi corazón; pero no el músculo sangriento, si no eso etéreo, que siente, se conmueve, se constriñe y odia.

No ha terminado y el dolor vuelve en una risa: recordando el calor del fuego por el cuerpo, escuchando murmullos, pronunciando verdades escondidas camufladas entre los ojos…


No ha terminado, las oscuras noches a solas, el abrazo a la almohada sin querer, el pensamiento apartado mientras la gente mira y el tiempo pasa.

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