miércoles, 4 de septiembre de 2013

Alguna vez tuve uno.

Alguna vez tuve un amor, uno de aquellos que son desesperados y perdidos por estar uno junto al otro, de aquellos que con una mirada podía encenderme en altas hogueras.
Tuve un amor que me despertaba y me deseaba las buenas noches.  Un amor que no olvidaba fechas, que me  elogiaba y me sobreponía a todo. 
Tuve un amor loco, apasionado y feliz, que en las madrugadas aparecía para verme dormir, para darme un beso, para oír mis silencios.  Un amor que caminaba kilómetros para verme y hacerme reír, era un amor que me hacía el amor. 
Pero ese amor se fue… partió como debemos hacerlo muchos, entre juventudes, tristezas, pero partió hacia otros horizontes, para encontrar a alguien más y ser feliz, para dejarme ser feliz.

También tuve un amor-amor, de esos que al encuentro me ayudó a crecer, que se integró a mí y a mi vida de tal manera que conocía cada movimiento, cada pensamiento, cada rincón de los sueños que quería convertir en realidad.  Un amor intelectual que me enseñó a leer, a escribir, a escuchar y a ser… De aquellos enardecidos y pícaros que en el momento menos esperado tejía un mundo de deseo haciéndome sentir en cada poro que podía latir y sentir la sangre recorriendo mi cuerpo.
El amor-amor aprendió de mí y me dio lo mejor de él.  Me reveló las emociones más simples y a su lado alcancé, al mismo tiempo, las más sublimes, desde las más diáfanas hasta las más ominosas.  Pero a ese amor le mentí, ese amor me mintió, perdimos más que la confianza, dejó de ser amor-amor, murió lentamente porque no pudo soportar la maldad.  Fue un amor perdido por mucho tiempo, dejó de ser amor, fue nada.

Alguna vez, tal vez no sólo una, tuve amor-sin amor, sólo porque alcancé la decadencia del ser, que busca sublimarse ante otro por pura diversión, porque en ocasiones no se sabe qué hacer con el cuerpo…  Ahí no tuve pérdidas o ganancias, emprendí el camino de exorcizar mi alma a través de mi cuerpo, con encuentros contundentes y voraces.  Pero ese amor-sin amor también acabó, también se fue desgastando, o quizá terminó de extraer aquellos diablillos que me habitaban, porque tan sólo lograron conocer el interior de mi carne, sólo eso, nada más…
Tantos amores durante tanto tiempo, amores que se creen infinitos pero sin duración, amores que buscan pero encuentran en otro lugar su esencia, estoy aquí en muchos lugares… no estática, siempre en movimiento… seguiré esperando que una composición hipotética, hasta onírica, de todos mis amores me encuentre primero que yo a él.



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