Cada gente en esta
enorme ciudad,
bajo el sol matutino,
desprende sonidos,
olores...
pasan por la calles
vagando
o con un rumbo
siempre en su vaivén.
Suenan las campanillas
de una pulsera
en la muñeca de una
mujer.
Suena el paso cansado
de una viejecita con una
gran bolsa a su espalda.
Suena el rozar de los
muslos de alguien,
alguien a quien el
tiempo le ganó esta mañana,
apresurada toma un
autobús y se va,
pero sigue escuchando en ese
pequeño mundo mecánico
otros sonidos que hacen
parte de la gran ciudad.
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