Le dijeron que
vagaba por esos lugares, se veía caminar a paso lento por los andenes hasta la
estatua en el centro del parque y allí, gritaba con todas sus fuerzas como si
recordara sus días de gloria en las tablas:
“¡Soy
un montón de imperfecciones, contradicciones y miedos!
Me
apasiono por nimiedades y creo que nunca llegaré a la cordura.
Soy
ninfómana, voyerista, onanista… y busco la piedra filosofal del amor.
Una
santa puta… eso, un alma vieja abandonada. Una extraña que se conoce bastante
bien.”
Inquieto, se
quedó esa tarde para ver. Ella nunca más volvió.
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