Me gusta lo que hacés cuando
querés desprenderte del mundo:
logras viajar de mil maneras,
en sueños o despierto...
Me gusta saber que a veces
tenés la cabeza hecha ochos,
porque como dédalo en su laberinto
encontrás las palabras guías
y llegás a la salida.
Me gusta saber que tu pensamiento
se mueve y tratás de explicarlo todo;
desde las formas más pintorescas
hasta las más adustas
lográs conectar las ideas
y dejarme sin palabras.
Me gusta saber que la perfección
no hace parte de tus aptitudes,
que erras una y mil veces
hasta quedar satisfecho,
hasta cometer el mejor error posible.
Me gusta que te compliqués la vida
y optés por desenredarla vos mismo;
sos tejedor de tus propias madejas,
madejas de historias y recuerdos,
pero dejás otros hilos para tejer conmigo.
Me gusta cuando te ponés tan vos
que lográs excitarme y sacarme los demonios,
inevitablemente las pieles conversan
hablándose en secreto.
Me gusta cuando seguís mi mirada hasta la luna,
pues advertís cada tanto que me quedó allá;
entendés la lejanía de mis silencios
y por eso mis mayores temores
te los he confesado cuando duermes.
Me gusta cuando coreas una canción
a mi lado
y es porque me confirmás
que los dramas de la vida
se pueden conjurar cantando a todo pulmón
y así resultan ser más pequeños.
Así sos y a placer te disfruto.
Gentes de principios y gracias a esto sin finales.
Narrar lo que haces una noche, de madrugada o en una mañana fría... Mientras tomas café o encuentras recuerdos que dibujan sonrisas, duelen, angustian, emocionan y esperanzan... Debes escribir mientras puedas, es lo que te puede salvar de largas divagaciones en tanto existas.
miércoles, 6 de marzo de 2019
viernes, 1 de marzo de 2019
Sentir
Todos los días nos preocupamos un poco por el otro.
Todos las mañanas hacemos un saludo lleno de sol y nubes.
Todas las tardes en una mirada,
Todas las noches en un desvelo.
Todos las mañanas hacemos un saludo lleno de sol y nubes.
Todas las tardes en una mirada,
Todas las noches en un desvelo.
Esperamos hacerlo para sentirlo,
al fin nos damos cuenta que lo hacemos todo el tiempo.
También lo hacemos cada día cuando las manos se entrelazan,
cuando los pies rozan el camino del otro.
Lo hacemos cuando la lluvia comienza.
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