Una blanca noche me asomé a la ventana
y ahí estabas tú bailando con la
lluvia.
Ella te abrazaba y te sentías feliz;
aún entre la helada penumbra de sus
brazos reías.
Bajo la sombra de una lámpara
el pavimento probaba dulces pisadas que
dabas sin querer;
parecía que volabas,
querías apartarte brevemente de este
espacio limitado de cielo y agua…
y lo lograbas danzando de su mano, con
ella lo olvidabas todo.
Continuabas con esa sonrisa tranquila
que acompaña tus más apasionados sueños…
sigue soñando,
sigue bailando,
abrazado a la dueña de aquella noche
plateada,
yo seguiré mirando desde la ventana.