Empiezas a reflexionar
y como un árbol en otoño
tu cabeza deshoja pensamientos:
Puedes ver que se escapó aquel pensamiento que no querías que se
fuera…
Revives el primer pensamiento del día
y sólo trajo el recuerdo de un mal despertar.
Sigues pensando, divagando quizás
y te encuentras contigo misma…
Entonces, decides renunciar a ser lo que empezaste.